Ésta receta responde a la clásica pregunta a la que todo ser humano se enfrenta alguna vez en su vida: “¿Qué puedo hacer si mi suegra me ha regalado tres docenas de limones?”. Menos mal que son frutas que valen para platos dulces y salados y de las que, además, se aprovecha todo… pero pasan los días y yo sigo teniendo la nevera llena de limones. Y no me fío de ellos, porque ¿cómo sé yo que no están aprovechando su clara superioridad numérica para dar un golpe de estado y apropiarse de mi cocina?
Así que, después de dos recetas en las que ya tenían un papel secundario, he decidido darles todo el protagonismo y hacer un bizcocho de limón y semillas de amapola, que es un dulce tradicional estadounidense que ya habíamos hecho alguna vez por aquí antes de saber que éramos una familia glutenfree. Esta es una versión vegana y, para que quede más jugoso, lleva almendra molida entre sus ingredientes. Fácil y rico. Ahora a ver qué hago con los 30 limones que me quedan.