No es por ser chulita, pero cuando serví esta tarta el otro día lo primero que dijo todo el mundo fue “¡pues no parece vegana!”, y lo segundo fue “¿y si es vegana, cómo demonios haces para que salga tan esponjosa?”. Mis humildes respuestas fueron “pues lo es, no lleva ni pizca de huevos ni lácteos” y “poniendo una cucharadita de bicarbonato sódico y una cucharada de vinagre”. Vamos, que es una tarta triunfadora y en realidad no tiene ningún secreto.
Se me ocurrió hacer una tarta vegana porque invitamos a cenar a casa a una pareja de amigos y ella tiene intolerancia a la lactosa. Y aunque tiene unas pastillitas mágicas que puede tomar cuando le apetece mucho algo con lactosa (yo la he visto bajarse una directamente con un batido de Oreo con nata), pues me pareció más elegante servirle algo sin lactosa. Sobre todo porque soy una anfitriona un poco vaga y, como hay confianza, en vez de cocinarles todo un menú pedimos comida india. ¡Pero que conste que lo pactamos con ellos antes y que la comida india estaba buenísima!
Tarta de chocolate vegana
(Para un molde de 20 cm de diámetro)
180 gramos de harina
40 gramos de cacao en polvo
1 cucharadita de bicarbonato sódico
200 gramos de azúcar
½ cucharadita de sal
5 cucharadas de aceite de oliva suave o de girasol
250 ml de agua
½ cucharadita de esencia de vainilla
1 cucharada de vinagre de sidra
Azúcar glas (opcional, para decorar)
- En un recipiente grande tamizamos juntos la harina, el cacao, el bicarbonato sódico, el azúcar y la sal.
- En otro bol, mezclamos el aceite, el agua, la esencia de vainilla y el vinagre. Vertemos poco a poco esta mezcla en el otro recipiente removiendo con unas varillas manuales o una espátula, hasta que no queden grumos.
- Ponemos la masa en un molde previamente engrasado y/o forrado con papel de hornear y la horneamos 30 minutos a 180ºC.
- Dejamos que enfríe de todo antes de desmoldarla y, si tenemos tiempo y ganas, la espolvoreamos con azúcar glas.
(Encontré la inspiración en Food 52)