La granita es un postre italiano que está a medio camino entre el sorbete y el granizado. Es original. Es fácil de hacer. Es refrescante. Es colorido. Y es lo que una prepara cuando su madre se queja de su colesterol y su chico de su (imaginaria) barriguita.
Además, no necesita ni horno ni aparatejos extraños: sólo un cazo, un tenedor y un frigorífico. La versión original de este postre llevaba naranja sanguina, pero yo soy así de chula y prefiero las mandarinas. ¡Porque yo lo valgo!
Granita de mandarina
(Para 8 raciones)
330 ml de agua
220 gramos de azúcar
500 ml de zumo de mandarina
- A fuego lento, calentamos el agua y el azúcar hasta que éste se haya derretido por completo. Dejamos enfriar.
- Mezclamos el zumo con este sirope, lo ponemos en un molde metálico y lo metemos en el frigorífico, donde lo dejamos como mínimo 4 horas, hasta que se congele por completo.
- Para servirlo, raspamos la superficie con un tenedor y con una cuchara recogemos las “miguitas” y lo servimos en copas o boles.
(Encontré la inspiración en el libro Fast, Fresh, Simple de Donna Hay)