Lo mejor de la receta de las madeleines es que no sólo es muy fácil de hacer, sino que se puede dejar preparada del día anterior (y eso, además, hará que queden más esponjosas), y eso los hace los bizcochitos perfectos para hornear justo antes de que lleguen los invitados. Lo peor, es que de un día para otro dejan de ser unos tiernos pastelitos y se convierten en unas esponjas de corchopán, así que mi consejo es que os los comáis todos de golpe. ¡A lo loco!
La receta es (obviamente) muy parecida a la de las madeleines clásicas, con el añadido del té en la masa, que se infusiona con la mantequilla para darles un toque sutil. Por eso hay que utilizar una variedad de té negro que tenga un sabor fuerte, o no se notará nada.